martes, 19 de noviembre de 2013

Crítica: Carrie

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La última vez que vimos a Carrie White fue en un baño de sangre en la película de 1976 de Brian De Palma para después desaparecer por largo tiempo de la farándula. La adolescente atormentada de Stephen King demostró ser un alma inquieta y regresó en una película para la televisión en el 2002 y en 1988 con un musical de Broadway de corta duración, el cual fue revivido de nueva cuenta en el 2012.

Ahora Carrie está de vuelta en un buen y fiel remake dirigido por Kimberly Peirce y con Chloë Grace Moretz tomando el papel de la protagonista como diosa del gore. Es difícil mantener una franquicia bastante loca, especialmente una que se pueda adaptar a los temores de hoy en día. A diferencia de la película original, la adaptación de Peirce comienza con una desagradable escena con la madre de Carrie, Margaret (Julianne Moore) gritando por ayuda en una cama llena de sangre.

Hay una gran cruz por encima de la cama y algunas velas encendidas alrededor añaden un buen toque gótico a lo que rápidamente se convierte en una escena muy extraña en la que Margaret, a base de gritos escalofriantes, da a luz a una bebé. Después de ver a la niña acurrucada entre sus piernas, saca un par de tijeras de gran tamaño y parece que le quitará la vida, pero algo la detiene (¿intervención divina?) y en su lugar la abraza. Después nos enteramos que esta bebé es Carrie, una niña que Margaret tendrá que proteger hasta que la muerte las separe. 

Y es que la madre, como la escena inicial sugiere, es una fanática religiosa de ambigua denominación que tiene el hábito desagradable de dañar su propio cuerpo con objetos afilados y pocos sutiles. Temerosa del mundo actual, ella mantiene a Carrie a raya y con ropa modesta. Como aparente prisionera de la locura de su madre, la niña no encuentra refugio en su escuela, donde las demás chicas se burlan de ella, incluso en la ducha, donde, después de que ella tiene su periodo por primera vez, recibe una lluvia de tampones y cánticos provenientes principalmente de sus compañeras Chris (Portia Doubleday) y Sue (Gabriella Wilde).

Kimberly Peirce ha dicho que su remake narra el origen de un nuevo superhéroe y de hecho, hay momentos en la nueva película que se sienten un poco como la siguiente entrega de X-Men, sobretodo cuando Carrie descubre que tiene un poder especial y aprende a usarlo, hay una escena en particular que demuestra este hecho cuando vemos flotando en todo su cuarto los libros de telequinesis que tomó prestados de la biblioteca.

La historia también se fortalece con el paso del tiempo. La Carrie original se puede ver como una alegoría universal de la adolescencia. ¿Quién no se ha sentido como un bicho raro en la escuela secundaria o ha fantaseado insolentándose después de ser herido o rechazado? Pero los acontecimientos más recientes, como la masacre de Columbine, han añadido resonancia al material original.

Peirce aprovecha al máximo este espíritu de la época al actualizar la historia para la era de Facebook y YouTube con la ayuda de los guionistas Lawrence D. Cohen, quien escribió la adaptación original de Carrie, y Roberto Aguirre-Sacasa, quizás mejor conocido como al que contrataron para arreglar el musical de Broadway llamado Spider-Man: Turn Off the Dark después de que Julie Taymor fuera despedida. Al principio de la película, en la escena famosa de la ducha, una compañera de clase inmediatamente saca su teléfono celular para grabar un video del suceso y ponerlo después en línea. 

Hasta esa épica perturbación, Carrie sostiene el interés como un drama psicológico y paranormal con una resaca de melancolía que a veces se inclina hacia un verdadero rasgo conmovedor. La película nunca sacude la sensación de haber sido construida a partir de un modelo muy usado, pero eso no importa gracias a Peirce, quien tan poderosamente evocó el mundo interior de otro individuo torturado e incomprendido en la película de 1999 llamada Boys Don’t Cry y quien aquí ofrece un giro fresco e inteligente en ciertos aspectos de un gran cuento familiar.

¿Es Carrie una enorme mejora sobre la película original? No. La cinta de De Palma es un clásico y su tema de la intimidada convirtiéndose en la intimidadora aún resuena. Pero la nueva película, que incluye algunas de las mismas líneas de la original, además de un baño de sangre aún mayor al final, funciona para una nueva audiencia. Eso sí, algo que extrañamos bastante fue la fantástica música creada por Pino Donaggio en la versión original, pero es algo que podemos pasar por alto. 


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